sábado, 12 de septiembre de 2020

UN MUSICO SONSECANO EN LA CORTE DE FERNANDO VII

Con motivo de las Fiestas de Sonseca tenía preparado para publicar este articulo. Como al final no hubo Fiestas ni  programa lo pongo por aquí.


Conocemos la existencia de Marcelino Castilla por el músico y compositor de enorme popularidad Francisco Asenjo Barbieri, promotor de iniciativas culturales y notable investigador. Un día antes de morir, el 18 de febrero de 1894, donó a la Biblioteca Nacional su inmensa colección de libros, documentos, partituras, cartas y trabajos personales, conocidos hoy como el «Legado Barbieri». En esta colección aparecen varios sonsecanos relacionados con la música de alguna u otra forma.
Los primeros que encontramos son Francisco Gómez y Nicolás de Sacedo que representaron una llamada “danza de labradores”   en 1580 en las fiestas de la Virgen de Agosto de Toledo, por la que cobraron 7500 maravedís. Consta que no sabían escribir y que danzaron en el “coro y procesión”. Un año más tarde volvieron a llamar a Francisco Gómez y además a Diego Gómez para otras danzas, y les pagaron 60 ducados a cada uno. En este legado también constan varios sonsecanos que pertenecieron a  los niños cantores de la Catedral tales como  Cristóbal Díaz en 1623, Francisco José Guerrero en 1791 y Marcelino Castilla en 1802. Sobre este último trata el siguiente articulo.
Marcelino Marcos Castilla Martín nació en Sonseca el 18 de Junio de 1791, su padre se llamaba Ángel Castilla y era de un pueblo de Segovia y su madre Ana Martín, de Sonseca. La siguiente imagen es la de su partida de bautismo.




En los siglos XVIII y XIX los niños tenían por desgracia una infancia corta y a menudo difícil. Enfermedades, falta de alimentos, aguas poco puras, frío... todo ello derivaba en una alta tasa de mortandad infantil. Los que sobrevivían comenzaban a trabajar a corta edad en oficios duros y los que tenían más suerte conseguían estudiar. Entre estos últimos se cuenta Marcelino que se trasladó a Toledo y en 1802 comenzó su formación musical pasando a formar parte, por su buena voz, de los seises en la Catedral de Toledo. No sabemos el tiempo que pasó allí, lo que está claro es que años más tarde se traslada a Madrid para continuar sus estudios. Allí, con el paso de los años y fruto de su esfuerzo recibió el título oficial único de la Secretaría de la Camarería mayor de S.M el rey Fernando VII. Por Real Orden de 15 de Julio de 1830 fue nombrado Maestro de Solfeo del recién creado Real Conservatorio de Música María Cristina de Madrid, con un sueldo de 8000 reales. La primera noticia que tenemos del Real Conservatorio es del 23 de Junio de 1830, la reina María Cristina era una gran aficionada a la música y la fundación de esta institución se consideró entonces como obra personal suya.
Pero volvamos a nuestro sonsecano, en agradecimiento por este nombramiento escribió una carta al director del Conservatorio, fechada el 20 de Julio de 1830 con un lenguaje lleno de adornos gramaticales muy propio de la época.
“Por el oficio de V. se ha servido dirigirme con fecha del 17 del corriente me he enterado con el debido respeto de la  Real Resolución  que establece un Real Conservatorio Español de Música, con la Protección y Nombre de Su Majestad la Reina Nª Sra en el cual, de que V. ha obtenido merecidamente el encargo y nombramiento de Director general, se ha dignado S. M. también conferirme el de Maestro de Solfeo con el sueldo anual de ocho mil R. V.,
Lleno de gratitud a SS. MM. y no dudando de la opinión con que V, me favorece de que este hecho mismo me es testigo, me atrevo a rogar  a V. presente a los RR., pies de SS. MM. la sincera expresión de mi gozo  y reconocimiento que empeñan más y más si es posible mi antiguo celo  por su servicio en todo lugar y tiempo”
            Aunque prácticamente no llegó a desempeñar el cargo ya que meses después, concretamente  el 4 de Octubre del mismo año, escribió otra carta esta vez de renuncia por motivos de enfermedad.
“Hallándose en la actualidad mi salud bastante debilitada y conociendo que me sería absolutamente imposible en este estado el cumplir con los deberes de mi empleo… me veo en la precisión  de hacer renuncia absoluta de dicho cargo de maestro de solfeo…”
Pero a pesar de dejar este cargo siguió vinculado a la enseñanza de la música y el canto, publicando en 1830, con la aprobación del rey su obra “Escuela teórico-práctica de solfeo y canto. Según el uso moderno. Con todas las instrucciones necesarias para la formación de un diestro músico y perfecto cantor. Apoyada en acompañamiento simple de piano forte”. El precio de este libro era de 160 reales de vellón y se podía comprar en el domicilio del propio Marcelino, en la calle Leganitos, 8 de Madrid. También se dedicaba a dar clases particulares, tal como aparece en los anuncios que publicaba en diversos periódicos de la época.   A continuación resumo uno de ellos de 14 de Febrero de 1835: “… doña Rosalía Puig-Dollers , directora de la casa de educación de señoritas, propiedad del Excmo. duque de la Roca, ha convenido con Don Marcelino Castilla, conocido y bien acreditado por su obra publicada con el titulo de Escuela teórico – practica de solfeo y canto, y profesor de enseñanza musical, el establecer en dicha casa una academia diaria con el objeto de enseñar solfeo y piano… que durará desde la 6 hasta las 8 de la tarde en todas las estaciones del año. El precio serian de 40 reales mensuales.”





En cuanto a su obra, tiene una parte teórica y otra practica, compuesta por una serie de ejercicios de vocalización.  En la teórica no falta la referencia al conocimiento de palabras italianas relacionadas con la interpretación musical. No en vano, la asignatura de lengua italiana iba a estar muy presente en los conservatorios del siglo XIX. En su obra Castilla también ruega a todos aquellos maestros que la lean, que le adviertan de los posibles errores que puedan cometer y ruega a los alumnos que no abandonen antes las dificultades que les pueda presentar el arte musical. 
Incluso hizo algunas incursiones en la composición, de las que se conserva una arietta en italiano para voz y piano titulada “Il rimprovero di un estinto” publicada en Madrid.
Fue maestro del gran compositor Emilio Arrieta, al que dio clases de solfeo a partir de 1833, demostrando grandes aptitudes para la música.
Aparte de estas líneas no se sabe mucho más de él, ni si se casó o tuvo descendientes, pero creo que para Sonseca , un pueblo importante en cuanto a la música era preciso conocer a este personaje.