La figura del comisario de la Inquisición es una de las más
importantes dentro del Santo Oficio.
Representa al inquisidor en el territorio al que ha sido asignado.
Cuando la Inquisición alcanza una amplitud territorial considerable, haciéndose
difícil el control efectivo de los inquisidores, los comisarios se convierten
en unos de los pilares fundamentales de la estructura. De su ministerio
dependen notarios, alguaciles y familiares, a los que nombra en muchas
ocasiones formando con ellos una especie de prolongación de los tribunales
locales. Tiene mucho prestigio social, gozando de inmunidades y privilegios:
fuero y garantía de limpieza, pues el cargo de comisario es de confianza y de
linaje sin tacha.
El presente
artículo trata de uno de esos comisarios, el sonsecano Manuel Gallego
Perezagua, nos consta que tenía ese cargo en 1787, también sabemos de su
pertenecía al Santo Oficio por la partida de defunción de su primera mujer, Ana
García de Blas, donde pone textualmente: “casada
con Manuel Gallego, Comisario del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad
de Toledo”.
Manuel nació en Sonseca en 1737, era hijo de Juan Gallego y de Feliciana
Perezagua. Se casó en primeras nupcias con Ana García de Blas con la que tuvo
cuatro hijos, Antonio, Matías, Martina y Juana y en segundas nupcias con
Anselma Fernández con la que tuvo otros cuatro,
Manuel, Francisco, María y el último póstumo del que no sabemos el nombre. También
por el “Catastro de Ensenada” se sabe que su familia tenía dos casas en el barrio de Malpica, además de
tierras de regadío en una zona cercana al actual Calvario, otra tierra de secano y noventa y tres
carneros, dos jumentos y tres cerdos.
No sabemos
mucho más de él aparte del testamento que dejó, acorde con su posición social.
Por lo general las partidas de defunción de los libros Parroquiales apenas
ocupan unas cinco o diez líneas como mucho, pues bien en el presente caso son
dos hojas.
Manuel,
falleció el 17 de Enero de 1816, la partida empieza por detallar los hijos que tiene y las dos
mujeres con las que estuvo casado. También nos dice en que parte se enterró,
hay que tener en cuenta que en esa época se enterraba dentro de la Iglesia y la
posición social era determinante para saber el lugar, por ejemplo en este caso
fue en la Capilla Mayor, si hubiera sido pobre seria en la entrada de la
Iglesia.
El
testamento lo hizo 6 años antes, concretamente el 22 de Julio de 1810 ante el
notario de la villa, y decía lo siguiente:
“que su cuerpo lleve habito de San Francisco
y en una caja ataúd (había gente que se enterrara sin caja), que se le sepultara con su primera mujer y
si no hubiese sitio, lo más cerca posible de ella. Que asistan a su entierro siete sacerdotes,
celebrándose misa cantada y de cuerpo presente. Que enseguida de su
fallecimiento se haga un novenario de misas rezadas y la última cantada con
diáconos, vigilia y misa de difuntos. Que al cumplir un año de su fallecimiento
se celebre un aniversario de misa cantada con diáconos y vigilia. Que se
dispongan por su alma e intenciones seiscientas misas rezadas por cargos y
descargos de su conciencia y penitencias mal cumplidas, veinte por Ana su
primera mujer, veinte por sus padres, diez por la animas benditas, dos por sus
suegros padres de sus dos mujeres, dos votivas, una para el Ángel de la Guarda,
Santos de su nombre, Santísima Trinidad, Cristo de la Cruz a cuestas, Ntra.
Sra. De los Remedios, Concepción, Salud, Dolores, Santo del día de su
fallecimiento, San Antonio de Padua, San Antonio Abad, San Miguel, San
Francisco de Asís, San José y Santa Barbará. Una misa a cada imagen todas de
limosna de a 4 reales.”
Termina el testamento dejando de herederos a todos sus
hijos incluido el póstumo y a su segunda mujer. El entierro costó 160 reales.