Con motivo de las Fiestas de Sonseca tenía preparado para publicar este articulo. Como al final no hubo Fiestas ni programa lo pongo por aquí.
Conocemos
la existencia de Marcelino Castilla por el músico y compositor de enorme
popularidad Francisco Asenjo Barbieri, promotor de iniciativas culturales y
notable investigador. Un día antes de morir, el 18 de febrero de 1894, donó a
la Biblioteca Nacional su inmensa colección de libros, documentos, partituras,
cartas y trabajos personales, conocidos hoy como el «Legado Barbieri». En
esta colección aparecen varios sonsecanos relacionados con la música de alguna
u otra forma.
Los
primeros que encontramos son Francisco Gómez y Nicolás de Sacedo que representaron
una llamada “danza de labradores” en 1580
en las fiestas de la Virgen de Agosto de Toledo, por la que cobraron 7500
maravedís. Consta que no sabían escribir y que danzaron en el “coro y procesión”.
Un año más tarde volvieron a llamar a Francisco Gómez y además a Diego Gómez
para otras danzas, y les pagaron 60 ducados a cada uno. En este legado también
constan varios sonsecanos que pertenecieron a los niños cantores de la Catedral tales como Cristóbal Díaz en 1623, Francisco José
Guerrero en 1791 y Marcelino Castilla en 1802. Sobre este último trata el
siguiente articulo.
Marcelino
Marcos Castilla Martín nació en Sonseca el 18 de Junio de 1791, su padre se
llamaba Ángel Castilla y era de un pueblo de Segovia y su madre Ana Martín, de
Sonseca. La siguiente imagen es la de su partida de bautismo.

En los siglos XVIII y XIX los niños tenían por
desgracia una infancia corta y a menudo difícil. Enfermedades, falta de
alimentos, aguas poco puras, frío... todo ello derivaba en una alta tasa de
mortandad infantil. Los que sobrevivían comenzaban a trabajar a corta edad en
oficios duros y los que tenían más suerte conseguían estudiar. Entre estos
últimos se cuenta Marcelino que se trasladó a Toledo y en 1802 comenzó su formación musical pasando a formar parte, por
su buena voz, de los seises en la Catedral de Toledo. No sabemos el tiempo que
pasó allí, lo que está claro es que años más tarde se traslada a Madrid para
continuar sus estudios. Allí, con el paso de los años y fruto de su esfuerzo recibió
el título oficial único de la Secretaría de la Camarería mayor de S.M el rey Fernando
VII. Por Real Orden de 15 de Julio de 1830 fue nombrado Maestro de Solfeo del
recién creado Real Conservatorio de Música María Cristina de Madrid, con un
sueldo de 8000 reales. La primera noticia que tenemos del Real Conservatorio es
del 23 de Junio de 1830, la reina María Cristina era una gran aficionada a la
música y la fundación de esta institución se consideró entonces como obra
personal suya.
Pero volvamos a nuestro sonsecano, en agradecimiento por este
nombramiento escribió una carta al director del Conservatorio, fechada el 20 de
Julio de 1830 con un lenguaje lleno de adornos gramaticales muy propio de la
época.
“Por el oficio de V. se ha
servido dirigirme con fecha del 17 del corriente me he enterado con el debido
respeto de la Real Resolución que establece un Real Conservatorio Español
de Música, con la Protección y Nombre de Su Majestad la Reina Nª Sra en
el cual, de que V. ha obtenido merecidamente el encargo y nombramiento de
Director general, se ha dignado S. M. también conferirme el de Maestro de
Solfeo con el sueldo anual de ocho mil R. V.,
Lleno de gratitud a SS. MM. y no dudando
de la opinión con que V, me favorece de que este hecho mismo me es testigo, me
atrevo a rogar a V. presente a los RR.,
pies de SS. MM. la sincera expresión de mi gozo
y reconocimiento que empeñan más y más si es posible mi antiguo
celo por su servicio en todo lugar y
tiempo”
Aunque prácticamente no llegó a desempeñar el cargo ya
que meses después, concretamente el 4 de
Octubre del mismo año, escribió otra carta esta vez de renuncia por motivos de
enfermedad.
“Hallándose en la actualidad mi salud
bastante debilitada y conociendo que me sería absolutamente imposible en este
estado el cumplir con los deberes de mi empleo… me veo en la precisión de hacer renuncia absoluta de dicho cargo de
maestro de solfeo…”
Pero
a pesar de dejar este cargo siguió vinculado a la enseñanza de la música y el
canto, publicando en 1830, con la aprobación del rey su obra “Escuela teórico-práctica de solfeo y canto.
Según el uso moderno. Con todas las instrucciones necesarias para la formación
de un diestro músico y perfecto cantor. Apoyada en acompañamiento simple de
piano forte”. El precio de este libro era de 160 reales de vellón y se
podía comprar en el domicilio del propio Marcelino, en la calle Leganitos, 8 de
Madrid. También se dedicaba a dar clases particulares, tal como aparece en los
anuncios que publicaba en diversos periódicos de la época. A continuación resumo uno de ellos de 14 de
Febrero de 1835: “… doña Rosalía
Puig-Dollers , directora de la casa de educación de señoritas, propiedad del Excmo.
duque de la Roca, ha convenido con Don Marcelino Castilla, conocido y bien
acreditado por su obra publicada con el titulo de Escuela teórico – practica de
solfeo y canto, y profesor de enseñanza musical, el establecer en dicha casa
una academia diaria con el objeto de enseñar solfeo y piano… que durará desde
la 6 hasta las 8 de la tarde en todas las estaciones del año. El precio serian
de 40 reales mensuales.”

En
cuanto a su obra, tiene una parte teórica y otra practica, compuesta por una
serie de ejercicios de vocalización. En
la teórica no falta la referencia al conocimiento de palabras italianas
relacionadas con la interpretación musical. No en vano, la asignatura de lengua
italiana iba a estar muy presente en los conservatorios del siglo XIX. En su
obra Castilla también ruega a todos aquellos maestros que la lean, que le
adviertan de los posibles errores que puedan cometer y ruega a los alumnos que
no abandonen antes las dificultades que les pueda presentar el arte
musical.
Incluso
hizo algunas incursiones en la composición, de las que se conserva una arietta
en italiano para voz y piano titulada “Il
rimprovero di un estinto” publicada en Madrid.
Fue maestro
del gran compositor Emilio Arrieta, al que dio clases de solfeo a partir de
1833, demostrando grandes aptitudes para la música.
Aparte
de estas líneas no se sabe mucho más de él, ni si se casó o tuvo descendientes,
pero creo que para Sonseca , un pueblo importante en cuanto a la música era
preciso conocer a este personaje.